Con la misma ilusión que un niño de 43 años estrena zapatos nuevos, salí corriendo de casa, en dirección al vecino pueblo de Bolaños de Cva., no había realizado ejercicios de estiramiento, no me hacían falta, llevaba puesta mi camiseta nueva y mis zapatillas nuevas, hacía una buena mañana y no tenía tiempo, tenía que llegar al Santuario, el cual dista de mi casa 9 kilómetros, total recorrido completo 18 km.
No estaban las piernas, en principio para mucho camino, (era el tercer día de entrenamiento seguido, 12 kilómetros que hicimos el Viernes, 22 kilómetros el Sábado y este Domingo me esperaban 18), pero como a todo
maratoniano, el camino nos fue enseñando que si al cuerpo le exigimos, este responde, por ello y volviendo a la boca algunas veces el desayuno (pues como al principio de la mañana no había intención de correr desayunamos un cafe y tostada), fuimos marcando uno a uno los kilómetros, siempre por la carretera, como indican las normas de circulación, por nuestra izquierda, por el arcen y en ocasiones por la tierra que sigue al arcen. Curiosamente fuí muy atento a todo vehículo con el que me cruce, y con el único que no estuve tan atento estuve apunto de ser arrollado, pero no, no era un coche, era una bicicleta, un ciclista que se estaba descolgando de un grupo de otros cuatro o cinco y que marchaba con la cabeza metida entre sus brazos, mirando al cambio y si no es por que me aparté, me había subido encima de su manillar, por suerte fue el único contra tiempo sufrido y que solo quedó en un susto.
La mañana de este Domingo estaba muy buena para correr, hacía algo de viento, nada comparado con el que soplo el Sábado, sobre todo a la vuelta, pues el recorrido que hice el sabado eran 11 kilómetros , desde mi casa al Santuario de San Isidro, en la localidad de Valenzuela de Cva. y luego había que hacer otros 11 hacía atrás, casi todo por el mismo camino. Cuando corría en los primeros kilómetros era todo perfecto, pues el viento soplaba a favor, pero al volver....., se puede decir que hacía 2 x 1, es decir, empleaba la fuerza de correr dos kilómetros y abanzaba solo uno.
Como se puede apreciar me he pasado el fin de semana de santuario en santuario y es que estamos en Otoño, queramos o no y en esta época del año, se visita a los Santos y Virgenes. Para el fin de semana próximo estoy preparando otra carrerita, esta será ya de una distancia superior, aún está por decidir si será por tierra o por asfalto, pero la distancia si que estará en torno a los 25 kilometros, por que el Maratón está a la vuelta de la esquina.
